DINOpaseo Literario
Parada 1
(De 145 millones de años viajamos hasta la Generación del 98 -año 1912-)
Este rastro de pisadas fuertes y antiguas, nos recuerda al rastro dejado por el transcurso de la vida en los pueblos de la España vaciada, así como la actitud de muchos ante la lucha hacia un futuro mejor.
Y el modo perfecto de expresarlo es mediante una de las poesías españolas más universales al igual que su autor, Antonio Machado.
Caminante no hay camino.
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
Parada 2
(De 145 millones de años viajamos al año 1950)
Y en esta parada con un dinosaurio presente, nos viene como anillo al dedo uno de los relatos más breves del mundo en lengua española,
publicado como parte del libro “Obras completas y otros cuentos” del escritor
Augusto Monterroso.
Sus microrrelatos son obras icónicas y sofisticadas en los que utiliza el humor de manera crítica para resaltar la discriminación y la injusticia social.
Estad muy atentos porque cuando os deis cuenta se habrá terminado. Contiene tan solo ¡7 palabras!
Se titula “El dinosaurio”
“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
¿Qué simple verdad? Vamos, pensemos…
Había alguien dormido que antes estuvo despierto en la historia, ¿quién era el protagonista?, ¿quién despertó?
Había un dinosaurio, ¿real o metafórico? ¿El dinosaurio estaba antes de dormirse nuestro protagonista y, al despertar continuaba allí? o ¿estaba en su sueño y al despertar seguía allí?
¿Qué ocurrió antes de dormirse y durante su sueño y después al despertar?
¿A qué lugar se refiere con “allí”?, ¿dónde están? ¿En una ciudad, en su casa, en un museo, en un pueblo?… ¿en El Castellar?…
Como veis en tan solo 7 palabras se pueden expresar muchas cosas. Como su propio autor dijo:
“Sus interpretaciones son tan infinitas como el universo mismo”
Así que…
¡Demos rienda suelta a nuestra imaginación!
Parada 3
(De 145 millones de años viajamos al año 1605)
Y como ante la huella de un gigante nos hallamos, de
“El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” del gran
Miguel de Cervantes nos acordamos:
“La ventura va guiando nuestros pasos mejor de lo que acertáramos a desear, porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra”.
Este pasaje en el que el idealismo de D. Quijote confunde unos molinos de viento con gigantes, ha pasado a la historia como símbolo de lo “quijotesco”, es decir, de la lucha de los hombres contra enemigos imaginarios o la defensa de una idea o una actitud de la vida más allá de la razón y el sentido común.
¡GRACIAS A LOS ETERNOS “QUIJOTES”!
Parada 4
(De 145 millones de años viajamos al año 1865)
Del mismo modo que la huella de este saurópodo quedó impresa sobre la tierra en forma de media luna, Julio Verne dejó impresa su huella en la historia de la literatura con su obra “De la Tierra a la Luna”.
El Castellar está lleno de vida, no se ha extinguido como nuestro dinosaurio, así que como dice una frase de este clásico de aventuras y ciencia ficción…
“No sé si los mundos están habitados, y como no lo sé voy a verlo”.
Parada 5
(De 145 millones de años viajamos al año 2011)
Los ornitópodos eran seres gregarios. Su fuerza radicaba en la manada, en la familia.
A pesar de todos los defectos, desavenencias, diferencias de caracteres y problemas, existe una familia muy similar a cualquier otra, que habita en la novela
“El tiempo que nos une” de Alejandro Palomas.
Para sus integrantes su fuerza principal es estar juntas, o más bien, sentirse juntas.
Y dice así:
“Bajamos las cinco cogidas del brazo por el camino de roca que desciende en curva hasta el embarcadero, donde La Aurora y Jacinto nos esperan como dos perros viejos, cada una a lo suyo, en silencio, respirando juntas aunque no a la vez. Solas no. Quizá un poco más vivas”.
Parada 6
(De 145 millones de años viajamos al año 1884)
La palabra estegosaurio significa ¨lagarto con techo¨ por las placas que a modo de tejas, cubrían toda su espalda. Y eso es exactamente lo que tiene el Dacentrurus de El Castellar, dinosaurio que pertenece a la familia de los estegosaurios, un techo. Un hogar único en Europa construido para guardar sus huesos en la tierra donde nació, vivió y murió y que podemos visitar en plena naturaleza.
La naturaleza nos habla y nos descubre otra vida que aquí existió.
Y que la naturaleza nos habla lo sabía muy bien la gran poetisa Rosalía de Castro, que así lo expreso en su poemario “En la orillas del Sar”:
“Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
de mí murmuran y exclaman:
-Ahí va la loca soñando
con la eterna primavera de la vida y de los campos,…”
Sí, la naturaleza nos habla. Solo tenemos que escucharla.
Parada 7
(De 145 millones de años viajamos al año 1922)
Las greguerías son textos breves que expresan diferentes pensamientos de un modo agudo y humorístico mediante la metáfora.
¿Y… qué tiene que ver un Diplodocido como este con las greguerías?
Solo el gran cineasta turolense Luis Buñuel a través de su surrealismo humorístico es capaz de unirlos.
Un joven Buñuel de 17 años en la búsqueda de su identidad artística, explora en su vocación más desconocida, la escritura, creando “Instrumentación”, obra en la que describe diferentes instrumentos de la orquesta mediante las greguerías.
Y dice así:
“Contrabajos
Diplodocus de los instrumentos. El día que se decidan a dar su gran berrido, ahuyentarán a los espectadores despavoridos: ahora los vemos oscilar y gruñir satisfechos por las cosquillas que les hacen los contrabajistas en la barriga”.
Parada 8
(De 145 millones de años viajamos al año 1936)
La gacela no es sólo un bello animal, sino también un poema corto de versos pareados de origen árabe, cuyo tema principal es el amor.
El dibujo de un tulipán que enmarca la icnita “Deltapodus ibéricus”, evoca la “Gacela del recuerdo del amor”, perteneciente al poemario “El diván de Tamarit”, escrito por el poeta y dramaturgo español Federico García Lorca como homenaje a los poetas árabes de Granada. Lorca dio cabida al amor en plena Guerra Civil.
He aquí un fragmento de esta preciosa gacela:
“…Algunas veces el viento
es un tulipán de miedo,
es un tulipán enfermo,
la madrugada de invierno…”.
Parada 9
(De 130 millones de años viajamos a 1950 )
Pies de pájaro.
Eso significa la palabra ornitópodo ante los que nos paramos para observar sus restos, mientras disfrutamos de un agradable paseo por un pueblo que podría ser el escenario de cualquiera de las novelas de un escritor que defendía, comprendía, amaba y respetaba el mundo rural. Un escritor que no podía faltar en este Dinopaseo Literario.
Miguel Delibes. “El Camino”
“Germán, el Tiñoso, distinguía como nadie a las aves […] conocía, con detalle, sus costumbres; presentía la influencia de los cambios atmosféricos en ellas y se diría que, de haberlo deseado, hubiera aprendido a volar.”
Seguro que a Germán, el Tiñoso, le habrían fascinado también estos ornitópodos o pies de pájaro.
Parada 10
(De 127 millones de años viajamos al año 2009)
“A veces me olvido de que la gente ve los fósiles como los huesos de los muertos. De hecho, es lo que son, pero suelo contemplarlos más bien como obras de arte que nos recuerdan cómo era el mundo en otra época”.
Así quedan impresas las palabras de Mary Anning en el libro
“Las huellas de la vida” de Tracy Chevalier.
Mary Anning era una mujer inglesa muy pobre que para sobrevivir recolectaba fósiles en la playa de su pueblo con el fin de venderlos posteriormente.
Una mujer que convirtió la supervivencia en su pasión y que por su clase social y sexo, quedó en la parte anónima de la historia durante mucho tiempo.
Sus importantes hallazgos llegaron a cambiar a principios del S. XIX, cuando la ciencia se encontraba irremediablemente unida a la religión, la manera de entender la vida prehistórica y la historia de la Tierra.
Curiosamente esta huella fósil ornitópoda también se encuentra unida irremediablemente a la religión, siendo imprescindible para poder observarla pararse frente a la Iglesia barroca de San Miguel del S. XVIII.
Parada 11
(De 127 millones de años viajamos al 1980)
Nos encontramos ante una gran huella saurópoda. Grande como el corazón de la poeta
-no hay que llamarla poetisa porque no le gustaba-, a la que está dedicada esta dinoparada literaria. Unida a ella se presenta otra huella pequeña del fuerte anquilosaurio. Pequeña y fuerte, como los niños a los que dedicó gran parte de su vida.
Una mujer que dijo:
“Los niños que leen poesía se aficionarán a la belleza del lenguaje y seguirán leyendo poesía toda su vida”.
“Es importante que los niños lean poesía.
Y es más que importante, es necesario”.
Gloria Fuertes, una figura literaria de primer orden del S. XX que en su poesía reflejó todo lo que ella era.
En los siguientes versos nos cuenta que siempre se puede hacer algo, hasta cuando creemos que no queda nada.
Y Gloria Fuertes con su voz ronca dijo así:
“Con un cero”
Con todo se puede hacer algo.
Hasta con un cero
-que parece que no vale nada-:
se puede hacer la Tierra,
una rueda,
una manzana,
una luna,
una sandía,
una avellana.
Con dos ceros
se pueden hacer unas gafas.
Con tres ceros,
se puede escribir:
“yo os quiero”.
El libro loco. De todo un poco.
Parada 12
(De 127 millones de años viajamos al 1951)
Por encima de los estratos geológicos en los que se sitúan estas huellas de carnívoro, se asientan los crestones de la imponente naturaleza que se refleja en nuestras miradas; un mar cretácico de hace 120 millones de años.
Del mismo modo se reflejaba el mar en los ojos de Santiago, un hombre con un cuerpo viejo pero con un espíritu joven. Un viejo con los ojos como el mar, azules, fuertes y de espíritu indomable.
“El viejo y el mar”de Ernest Hemingway
“Todo en él era viejo, excepto sus ojos y tenían el mismo color que el mar, eran alegres e invictos”.
Parada 13
(De 125 millones de años viajamos al 1990)
Ante el Tastavinsaurus que descansó en la sierra que adorna este precioso lugar, qué mejor broche final para este Dinopaseo literario, que un párrafo de la obra escrita por Michel Crichton, “Parque Jurásico”.
Una reflexión perfecta que salta del libro a la vida real de muchas personas que viven y luchan día a día por el futuro de lugares cada vez más olvidados, aún siendo valiosos y bellos.
“Hacerlo resultaba difícil, costoso y era improbable que funcionara. Pero era posible, si alguien tenía interés en intentarlo”.